




Imagino a Jesús, mientras es clavado en la cruz, bajo la atenta mirada de su madre y de gente que le quería, rememorar su niñez y juventud y posterior madurez por la Galilea, primero con sus padres en Nazaret y luego buscando sus apóstoles cerca de ese mar mágico. Supongo que en ese momento, pese al gran sufrimiento físico que supone, su corazón latía de alegría pensando en lo buena y fructífera que debió ser su vida...